domingo, 16 de marzo de 2008

ENTREVISTA PARA EL DIARIO "EL MUNDO"

ENTREVISTA A JOSE MARIA AMAT REALIZADA PARA EL DIARIO EL MUNDO EN DICIEMBRE 2003


P – Ustedes presumen de tener el mayor museo del calzado del mundo, pero también se quejan de contar con el presupuesto más exiguo. ¿Cómo lo hacen?
R – Desde luego, el museo del calzado de Elda es el más grande de Europa e incluso, por lo que sé, mayor que el museo de Batta, en Canadá. Casi todos los países de la Comunidad Europea tienen museos relacionados con el calzado, incluso, dos o tres como puede ser el caso de Italia u Holanda. Aunque justo es reconocer que, teniendo nosotros mayor superficie expositiva, ellos llevan ya mucho tiempo y cuentan con algunas piezas extraordinarias que bien nos gustaría tener aquí. Respecto al presupuesto, debo reconocer que es muy limitado, y si no fuera por la imaginación y el trabajo que ponemos en equipo, esto no funcionaría.
P – Y siendo una actividad eminentemente cultural y sin ánimo de lucro, ¿Cómo no piden ustedes más?
R – Pedir, pedimos; otra cosa es lo que nos dan. Si no fuera por el IMPIVA, que gracias a una gestión que realizó cuando era Presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana, aporta la mayor parte del presupuesto, al Ayuntamiento, que paga los gastos de mantenimiento del edificio e incluso realiza aportaciones extraordinarias como la que supondrá la organización de los actos de “La Mejor Calzada 2003”, y a pequeñas aportaciones de la Diputación Provincial, la CAM, y alguna institución relacionada con el zapato, hace tiempo que hubiéramos tenido que cerrar. Sin ir más lejos, las vitrinas donde están expuestos los zapatos, se consiguieron gracias a una campaña popular bajo el lema: “Pon una vitrina en tu museo”. Nuestro presupuesto, comparado con otras instituciones museísticas de índole similar, es irrisorio, y muchas veces dependemos del voluntarismo de amigos como el director de cine Luis García Berlanga.
P – Ya es sintomático, y si me permite, vergonzoso, que no tengan ustedes ni un mal catálogo con las piezas expuestas más relevantes.





R – Parece que ahora por fin, y después de casi cuatro años de funcionamiento, nos lo va a financiar la CAM. Con un presupuesto anual que no llega a los ciento cincuenta mil euros, difícilmente podemos acometer la edición de un catálogo completo cuyo coste debe andar por la sexta parte del importe anual que recibimos. En cualquier caso, quien quiera puede consultar nuestra página web (museocalzado.com) que, a mi juicio, es de las mejores que existen, en este tipo de Instituciones..
P – En cierto sentido, ustedes están controlados por la Fundación Museo del Calzado, cuyos fines coinciden en muchos aspectos con los del propio museo, especialmente a la hora de promocionar la historia de una de nuestras principales industrias. ¿Tiene usted absoluta autonomía a la hora de dirigir el museo?
R – Absoluta. Pero cualquier decisión importante la consulto con ellos; es más, y ahora que usted lo pregunta, me veo obligado a adelantarle una noticia: La Fundación FICIA se ha dado cuenta de la importancia que esta institución nuestra tiene y cuyas actividades son coincidentes con sus fines y queriendo hacer ver la trayectoria centenaria del calzado español desea fusionarse con nosotros; y por tanto, ya se están redactando los estatutos de esta fusión. Sin ir más lejos, y como demostración de ello, iremos juntos a la importantísima Feria de Shangai.
P – Y hablando de chinos, usted que es un hombre con más de treinta y cinco años de profesorado analizando el sector del calzado, ¿es verdad que nos comen los chinos?
R – Es verdad. Y le voy a decir una cosa que puede sonar muy gorda, pero que como decía aquel poeta:“no es más triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Los chinos están produciendo ya el zapato de tipo de coste bajo y medio a unos precios tan competitivos que, y fíjese lo que le digo, ya venden zapatos en la propia Elda con diseño hecho por nosotros. El coste final de un zapato, depende en un cincuenta por ciento de la mano de obra, y los chinos trabajan mucho más duro que, pongamos por caso, otros competidores que podemos situar en América o África, y además seis cuando no siete días a la semana. Sólo tiene usted que sacar la cuenta y comprobará cómo el mismo zapato, idéntico, cuesta como mínimo un veinticinco por ciento más barato y ya puesto en cualquier punto de España. Si no espabilamos en los próximos diez o quince años Elda podría perder más de 20.000 habitantes.
P – Eso suena muy fuerte.
R – Pero no por ello menos sincero y constatable. Pregunte usted a quién quiera. Porque lo malo de todo esto no es que los chinos, y ya empiezan también los vietnamitas, entren en el mercado americano que ahora está en recesión por su propia crisis interna, sino que entren en Europa, como ya lo están haciendo, y nos arrebaten también la gama media.
P – Constatar un problema debe ser más fácil que aportar soluciones.
R – Mire, yo, el sueldo que cobro como Director del museo, me lo paga la Consellería de Educación como docente que soy y, que por cierto anda cercana mi jubilación, aunque estoy dispuesto a seguir dirigiendo este proyecto, prácticamente recién nacido, y que tanta renuncia personal ha supuesto. Por lo tanto, el día que quieran tengo la maleta hecha... pero siempre diré lo que pienso. Y pienso que mientras no mantengamos las marcas, y fabriquemos zapatos para que otros pongan sus etiquetas, no levantaremos cabeza, sino que iremos cada día peor. Por ponerle un ejemplo, quince de las mejores fábricas de Elda y Petrer, trabajan para el diseñador americano Stuart Weitzman, que produce un zapato caro y de alta calidad, unos quinientos dólares el par, pero que no sólo exige su etiqueta, sino que tiene vetado el que éstas fábricas monten otras paralelas y en su misma línea. ¿Qué pasará el día que este diseñador capaz de presentar un par de zapatos que costaron un millón de dólares y cuya réplica, valorada entonces en siete millones de pesetas, tenemos en este museo, decida pasar sus diseños a otro país que, ofreciéndole la misma calidad de manufacturación, le cobre mucho más barato?.
P – Pero a lo que se ve y parece, las relaciones entre diseñadores y fabricantes más que mala, tira a peor.
R – Los modelistas y diseñadores van por un sitio y los fabricantes por otro; sin ir más lejos, los primeros adelantaron una “puesta en escena” para presentar la moda de la próxima temporada, antes de que se abriera Futurmoda en Alicante, y estas cosas en lugar de unir separan todavía más sus diferencias. . El sector, más que nunca, necesita ir unido y bajo el paraguas de la marca común “España”, tal y como hacen los italianos. Precisamente esta institución del museo puede ser, si ellos quieren, y dado que no nos mueve interés particular ni económico, el nexo de unión que ayude a prestigiar una industria que, y por supuesto, necesita su soporte histórico. Opino que José María Vera por parte de los diseñadores y Rafael Calvo como representante de los fabricantes, deben unirse porque el enemigo puede estar ya en nuestra propia casa.
P – Volviendo al ámbito museístico, hace años que se está hablando en Elche de hacer otro museo del calzado.
R – Nunca entraré en lo que quieran o no quieran hacer mis amigos ilicitanos, pero veo un contrasentido y además innecesario; la puesta en marcha de un museo de iguales o parecidas características cuando éste se encuentra apenas a pocos kilómetros de distancia.
P – En principio, el edificio del museo, que no es remodelación sino de nueva planta, se concibió para uso exclusivo del museo del calzado, sin embargo le han metido a usted otros apósitos que poco o nada tienen que ver con él.
R – Bueno, es verdad que aquí se han instalado el museo etnológico, la Universidad a distancia, cursos del INEM y alguna institución más, cuando yo creo que debieran tener acogida en cualquiera de nuestros edificios emblemáticos protegidos, que los hay, y muy válidos en Elda, y que necesitan una remodelación para ser conservados con el añadido de su necesaria utilización pública. Por lo tanto, cuanto antes lo hagan, mejor y mayor empaque y funcionalidad tanto expositiva como de almacenamiento podrá tener el mejor museo de España en su especialidad.
P – Pues ya que hablamos de eso, ¿no le parece que las piezas expuestas están demasiado abigarradas y que al final, el visitante apenas puede distinguir unas de otras?
R – Eso es algo que me he planteado muchas veces, e incluso le diré que hemos quitados bastantes, pero el profesional o el estudioso interesados quisieran verlas todas. En muchos casos, apenas tenemos dos o tres muestras por siglo; y en la maquinaria para la fabricación de calzado hemos limitado muchísimo el espacio, aunque tengamos máquinas y herramientas de un valor incalculable, no tanto por lo que puedan costar sino por lo dificilísimo que ha sido encontrarlas. Otro aspecto importante de esta colección, son las obras de arte que han ido donando artistas y particulares siempre relacionadas con el pie y el calzado. Sin ir más lejos, y hablando de colecciones nacionales, nos sentimos orgullosos de contar con la colección Julio Vibot que, si no la hubiéramos recuperado nosotros, se hubiese perdido en Palencia porque estaba en un convento y el obispo no la quería allí. O nuestra colección de zapatos en miniatura, única en el mundo.
P – Tienen ustedes un premio a la mujer mejor calzada. ¿Son todas las que están?
R – Eso es cuestión del jurado, pero en cualquier caso, yo creo que Ana Rosa Quintana, Concha Velasco, Anne Igartiburu o la Baronesa Thyssen, no calzan nada mal. Es obvio que también se busca cierta repercusión mediática, y considero que cualquier impulso publicitario que potencie el zapato de mujer de Elda, absolutamente mayoritario, ayuda a mantener esta industria que en los años sesenta fabricaba el cincuenta por ciento del zapato nacional y hoy andamos en tan sólo el quince o el veinte por ciento.
P – ¿Es verdad que los hombres en un arrebato de coquetería fuimos los primeros en llevar tacón alto?
R – Así fue en el siglos XVI y XVII y, especialmente, en la época de los “Luises” franceses, y aquí tenemos magníficos ejemplos de aquellos pares. Como también podrá usted observar que el calzado de la mujer y, en general, ha aumentado en dos o tres números en el último siglo. Hoy, encontrar unos zapatos de señora del treinta y tres o del treinta y cuatro, es poco menos que imposible; mientras que en estas vitrinas podrá encontrarse muchos pares de esos números. Y ya que lo menciona, me gustaría hacer una referencia al tacón de aguja con su fetichismo y feminidad que fue el que impulsó en gran medida nuestro zapato femenino y de calidad eldense. Tenemos la mejor colección del mundo de este tipo de zapatos; no se nos escapa ninguno desde el siglo I D.C., sean reproducciones o copias exactas.
P – Pero no tienen ustedes cafetería.
R – Así es. Y creo que cometimos una torpeza cuando permitimos que se quitara, pero espero recuperarla con su restaurante el día que nos permitan acometer la necesaria remodelación de todo el espacio edificado para dedicarlo exclusivamente al museo del calzado. Debemos unirnos todos los eldenses para procurar que este Museo, que ya es de los más importantes del mundo, canalice una corriente de visitantes en lo que se ha venido en llamar “turismo de interior”.

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