domingo, 16 de marzo de 2008

CHARLA SOBRE CALZADO ORTOPÉDICO

CALZADO ARTESANO Y ORTOPEDICO

Pretender orientar una charla sobre calzado artesano y ortopédico en un foro como en el que nos encontramos, en el que los participantes son precisamente Maestros en el arte de la confección de calzado a medida y en el que hay expertos, con reconocido prestigio, incluso internacional, en su calidad de zapateros para pies con deformaciones y por lo tanto entendidos en ortopedia; sería por mi parte muy aventurado y podría caer sin duda en la reiteración de conceptos artamente conocidos y mucho mas trabajados. Mi dedicación al mundo del zapato no es mas que un creciente conocimiento de este sorprendente mundo, siempre a través de vivencias transmitidas por expertos en la materia, estudios sobre aspectos puramente técnicos y naturalmente un importante bagaje de ejemplos llegados al Museo del Calzado, a lo largo de los últimos 15 años.

El calzado ha ocupado mi vida profesional y, porque no decirlo, parte de mi vida afectiva, en los últimos 35 años, es decir toda mi vida laboral. Me inicié en la ciudad que me vio nacer, Elda y en ella he adquirido todos los conocimientos y las experiencias que en materia de calzado he podido acumular. Los primeros años fueron como técnico organizador de la industria de fabricación de calzados, que por los años 60 se transformaba a pasos agigantados, de una actividad artesana, casi familiar, a la industria mecanizada y desarrollada que hoy conocemos. Fui conociendo esa industria floreciente que empezaba tímidos contactos con el mercado exterior y concretamente con el comercio con Estados Unidos de América; iba adquiriendo conocimientos técnicos de procesos industriales en los que se perdía los rasgos de la actividad artesanal, esa actividad que apenas conocí y que fue la clave del desarrollo posterior de la industria del calzado en Elda. Conservo recuerdos de mi niñez y quiero recordar esas “fábricas” artesanas en las que se reunían varios miembros de una misma familia o de familias vecinas o amigos y hacían zapatos en una habitación de algo más de 4 metros cuadrados, agrupando todos los oficios indispensables: El cortador que a su vez era ajustador y casi modelista; la Aparadora con su Singer negra que dejando el manubrio manual empezaba a aparar con su flamante motor incorporado; el Zapatero que en su mesa y ayudado por un hijo o pariente de escasos 10 años de edad, realizaba esa tarea completa, con la ayuda de sus manos y esas viejas herramientas, probablemente heredadas de sus padres o abuelos; ese medio coco sobre la mesilla conservando el almidón de embastado; la pez para el hilo empegado con el que realizarían esos perfectos empalmillados en zapatos de hombre o enredarían esos montados en zapatos de mujer; aquellos zapateros que también se convertirían en terminadores cuando el zapato salido de sus manos llegaba a esa fase de terminación. Pero todo aquello era historia, ya que la industria estaba acabando con esa fase de nuestros recuerdos y se asomaba a esa otra realidad que no era otra que la de hacer zapatos de forma continua, en cadena y con medios mecánicos primero y más tarde automáticos. En mi calidad de técnico mi deber era trabajar para que los procesos siguiesen avanzando hacia el progreso y lo hiciese con la aplicación de los medios más sofisticados conocidos. De esta forma pude escribir varios libros sobre tecnología, me dediqué a impartir clases también de tecnología del calzado y más tarde vendrían los Ciclos Formativos y la preparación de técnicos que dominasen las máquinas pero que en nada se pareciesen al concepto de lo que llamaría un zapatero y mucho menos un “zapatero de los de antes”. ¿Dónde había quedado la artesanía? ¿Quién o quienes eran los encargados de conservar aquellas viejas formas de hacer zapatos? ¿Qué utilidad tenían para nuestro mundo actual?. Todas aquellas preguntas que entonces, para mí no tenían respuestas, empezaron a tener sentido años mas tarde...

La década de los años 80 fue especialmente significativa como técnico en la industria del calzado y sobre todo casi al final de esa década empezaría a tener respuesta a aquellas preguntas que años antes ni siquiera me planteaba.

Elda había perdido la “capitalidad del calzado” porque las Ferias Internacionales que desde el final de los años 50 se realizaban en dicha ciudad, se trasladaban a la capital de la provincia y la afluencia de visitantes y compradores ya no tendría sentido mas que para acceder a una empresa concreta. Pero Elda conservaba todavía los vestigios de la tradición ancestral, en Elda había todavía una gran cantidad de personas que en su juventud hicieron zapatos, ¿que digo zapatos?, ¡ joyas para los pies!, con una perfección insuperable. Hombres y mujeres que podrían trasmitir sus conocimientos a nuevos trabajadores y que uniendo la habilidad a la técnica y la destreza, podrían resolver muchos problemas que el desarrollo de la técnica, no solo no había resuelto, sino que había agravado el problema.

Cuando uno inicia una Empresa como fue la puesta en marcha del Museo del Calzado, en ese largo caminar no solo se limita a recoger vestigios del pasado, también va asumiendo parte de ese pasado; conoce mucho mejor a los hombres y mujeres que le precedieron y que hicieron posible que de ese oficio de zapatero saliesen esas maravillas para los pies, del aprendizaje, de las experiencias ajenas, de los ejemplos. surge el amor por el oficio y poco a poco se encuentra uno atrapado por ese oficio que creía superado por la técnica y que sin embargo serviría de soporte para una utilidad que pasaba de ser un oficio puramente artesano a convertirse en un bien social.

Con motivo de esa recopilación de datos para poner en marcha el Museo del Calzado, recorro muchos lugares de nuestra geografía, hablo con mucha gente del oficio. zapateros a medida, reparadores de calzados, viejos zapateros. Observo que, en muchos casos, esas viejas técnicas perdidas, todavía se conservan en manos de zapateros remendones; hombres de edad avanzada, en su mayoría, que sienten pasión por su trabajo y lo realizan mas aya de la simple motivación económica. En casi todos los casos la dificultad es la misma, se quejan de que los jóvenes no quieran continuar con el oficio. En mis viajes, recorro Cataluña, Andalucía, Castilla o las tierras del Norte. Asturias, Cantabria, El País Vasco y Galicia, hablo con muchas personas y entre ellas, algunas que padecen deformaciones en sus pies....casi se podría escribir un libro de las respuestas recibidas, el común denominador es siempre el mismo, la enorme dificultad encontrada para poder calzar a personas con deformaciones o malformaciones en los pies. Algunas veces se encuentra remedio gracias a zapateros manuales que residen cerca o que todavía se encuentran en algunos núcleos de población, pero la gran mayoría se lamentan que cada día sea más difícil poder calzarse. Aducen argumentos tales como que los zapateros que tenían han fallecido o se han jubilado o que los artesanos a los que han acudido no le han dado respuesta a sus problemas, por diversas circunstancias, entre las que concurren la falta de formación específica.

El Museo del Calzado se inaugura de forma provisional en el año 1.992 y de forma casi simultanea iniciamos la actividad docente de preparar zapateros con mas de 10 años como tales, para acceder a los conocimientos de la industria artesana del calzado y naturalmente de los problemas anatómicos que pudieran afectar a los pies y piernas. Se trata sencillamente de formar zapateros que con los conocimientos profesionales actuales, acaben por asimilar los tradicionales, es decir sepan hacer zapatos con sus manos para adaptarlos a los problemas anatómicos de las personas que los padecen. Realizamos un Plan de estudios y prácticas, lo ponemos en marcha y lo vamos depurando progresivamente a lo largo de las experiencias de cursos realizados.

La maquinaría actual no puede entrar a realizar determinados trabajos que requiere un pie con deformaciones o malformaciones, cuando se trata de resolver problemas de ese tipo, no hay mas remedio que acudir a un zapatero que domine las técnicas artesanales y de forma manual, complete la realización de ese calzado a medida. Para poder dar respuesta a esos problemas se hace necesario preparar a zapateros manuales que lleguen a conocer con detenimiento los problemas anatómicos de las extremidades y las enfermedades que aquejen al pie y pierna. Precisamente ese es uno de los retos que nos hemos impuesto. Sabemos que cada día hay mas problemas para dar continuidad a los talleres artesanos para calzados manuales, también van desapareciendo lentamente los talleres de reparación, sin embargo la problemática del calzado para pies con deformaciones subsiste y la persona que padece esa enfermedad o ese problema necesita dar respuesta a su dolencia, es ahí donde creemos debemos orientar nuestros esfuerzos.

Hay también otro tipo de cliente que por diferentes razones, calza zapatos a medida y un zapato a medida se sale totalmente del proceso productivo de una industria mecanizada.

El calzado para representaciones teatrales, folklore u otras actividades, también requiere en la mayoría de los casos, zapatos que deben hacerse a mano, bien sea porque hay que asemejarlo a otras épocas o por las características propias de cada zapato.

Se plantea un tipo de formación específico para los profesionales de la compostura y la medida que garantice la propia continuidad de sus establecimientos, que hagan más rentable su esfuerzo y que tengan un arraigo social que la modernidad de las técnicas no podrá cambiar. La formación a la que aludimos deben contemplar estudios sobre ajuste y diseño, realización de trepas de los modelos y sus despieces, cortado de piel de empeine y de forro, sistemas de medidas, tipos de pieles. Para alcanzar este tipo de conocimientos se requiere un conocimiento básico en el manejo de patrones y material técnico de dibujo, sistemas de corte y herramientas. Anatomía del pie y pierna, con cierto dominio de las técnicas empleadas para la toma de medidas del pie y de la pierna, conocimiento y lectura de las huellas plantares, estudio de las huellas y conocimiento de los músculos y articulaciones del pie y pierna, desarrollo de las plantillas de pies para espolón calcaneo, pies cabos, pies planos y plantillas anatómicas, para poder comprender con ciertas garantías de éxito estas normas de calzado anatómico, es preciso una aplicación exigente de las reglas básicas de la ergonomía. Teoría y práctica del montado de calzado artesano, con todo lo que supone el estudio de plantas, contrafuertes y topes; centrado y montado de calzados; preparación de hilos y tipos de cosidos manuales; terminación del calzado artesano. Conocimientos de los diferentes problemas y soluciones de un pie con deformaciones y de un calzado ortopédico; obtención de la horma básica en escayola y posteriormente en madera. Las instrucciones deben llegar a las nuevas y modernas técnicas de búsqueda de empleo. Los mecanismos que inducen al cooperativismo. También consideramos que son necesarias como mínimo, un montante de 400 horas de prácticas para superar ese curso

Desde nuestro punto de vista, consideramos que la profesión de zapatero artesano, al margen de otras aplicaciones en la compostura, tiene un horizonte mucho mas amplio que el que pudiera pensarse. Téngase en cuenta que al menos un 5% de la población adulta tiene problemas serios en los pies, a ello habrá que sumar ese otro porcentaje de personas que calzan zapatos a medida y no por cuestiones puramente anatómicas. Ante estos hechos, el Zapatero Artesano al que se le incorporan los conocimientos necesarios de anatomía y ortopedia, se convertirá en un zapatero Artesano y Ortopédico que revitalizará la profesión y cumplirá una función necesaria y de gran alcance social.





Fdo. José Mª Amat Amer
Director del Museo del Calzado

1 comentario:

Ricardo Salcedo dijo...

Felicidades por esta interesante historia. Enhorabuena!

Respetuosamente

Ricardo Salcedo
www.zapateriasdinky.com